Al regreso de las vacaciones de Semana Santa y como no podía ser de otra manera, los alumnos del Karol Wojtyla hemos celebrado la Pascua asistiendo a la Santa Misa. La noticia de la suspensión de la Olimpiada de la Resurrección que iba a tener lugar en el colegio madrileño Edith Stein nos había entristecido un poco a todos. Sin embargo, hemos vivido con alegría la Eucaristía y las palabras de Don Jesús en la homilía nos han hecho reflexionar. Las dejamos aquí transcritas:
«Estamos celebrando el gran día de la Resurrección de Jesús. ¡Es un gran día porque dura ocho días! ¿Habéis visto eso alguna vez? Solo existe un día así.
Aquellos que acudisteis a la Vigilia Pascual pudisteis comprobar lo bonita que es esa noche. Es una noche en la que se renueva el Bautismo, momento en el que los cristianos fuimos sumergidos en el agua. Bautismo significa «baño». Y es que Jesús ha venido a bañarnos. ¡A bañarnos en el agua y en el Espíritu! ¿Para qué? Para que vivamos limpios del pecado. Y por eso estamos felices y contentos.
Nosotros los cristianos no vivimos llorando como la mujer que lloraba ante el sepulcro. ¡Nosotros tenemos que vivir resucitados! Ahora mismo podríais estar lamentándoos por no haber ido a la Olimpiada, ¿verdad? Podríamos estar así cada vez que nos sale mal un plan: queríamos ir al parque de atracciones y llovió. Queríamos asistir a la procesión de nuestro pueblo y la suspendieron…
¡Nosotros no podemos quedarnos ahí, en el sepulcro! ¿Vivo resucitado o me quedo llorando? Un cristiano no puede quedarse en el dolor. Esta es la enseñanza que podemos obtener en este día: Jesús nos dejó el remedio para toda tristeza. El pan y el vino que se convierten en su cuerpo y en su sangre».