El Miércoles de Ceniza marca el inicio del tiempo litúrgico de Cuaresma. Desde los más pequeños a los mayores de la gran familia KW han podido vivir este día con la profundidad que reclama. Aunque a la celebración eucarística solo han asistido un número reducido de alumnos, a causa de las medidas sanitarias, todos han podido seguirla en directo por videoconferencia. Además, los sacerdotes del equipo de Capellanía han visitado todas las aulas para imponer la ceniza a los alumnos. Los niños de Infantil han asistido a un precioso acto en el patio.
Nuestro querido capellán, don José Zarco, ha presidido la Santa Misa, y transcribimos aquí las hermosas y pedagógicas palabras que ha pronunciado en su homilía.
«El Señor nos llama a introducirnos en el desierto de la Cuaresma, que es un tiempo de salvación. Es un tiempo muy bonito, porque el Señor nos ama. Y recordamos en este tiempo especialmente, y más todavía en Semana Santa, que Jesús dio su vida por nosotros. Porque Él nos ama. Y dio su vida por nosotros para que seamos como Él, para que en nosotros no haya envidias, codicia, malos pensamientos… Para que seamos santos. Eso es lo que haremos el Domingo de Resurrección: renovar las promesas de nuestro bautismo.
Pero tenemos un problema: muchas veces nuestra alma y nuestro corazón están sucios. Nos hacemos daño unos a otros, no rezamos, no participamos de la Misa. Necesitamos que Jesús, que es Médico de las almas, venga a curarnos.
El Señor nos llama a la conversión. En la segunda lectura hemos escuchado a San Pablo decir ‘En el nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios’. Es un tiempo para pedir perdón al Señor. No solo por nosotros, sino por toda la sociedad. Tenemos que pedir unos por otros. Para que este tiempo santo sea un tiempo de purificación para todos.
Vamos a tomarnos este tiempo en serio. Necesitamos de esta conversión, que es un regalo del Señor, que quiere que nuestra vida se transforme. ¿Quién necesita esta conversión? ¡Todos lo necesitamos!
Durante este tiempo el Señor nos invita a llevar a cabo varias prácticas que nos van a ayudar en este camino de la conversión:
-La oración: vamos a rezar más. Vamos a leer y a escuchar la Palabra de Dios. Leamos un trocito del Evangelio cada día. Y, si podemos, mucho mejor, recemos en familia.
-El ayuno: vosotros no tenéis que tener el ayuno porque sois aún pequeños. Pero a lo mejor podemos hacer pequeños sacrificios y ofrecerlos al Señor. Aquello que más te cuesta se lo ofreces al Señor. No protestar la comida que no te gusta. Ver menos la televisión. Menos espacio, aquellos que sois mayores, para utilizar el móvil. Vamos a hacer ayuno de esas cosas.
-La limosna: vamos a compartir nuestros bienes, nuestros ahorros, con los que más lo necesitan. Y también practiquemos la limosna de la caridad para con los demás. Pensad: ‘a ver cómo me porto con mis compañeros, en casa…’. El Señor nos va a ir haciendo cambiar.
Ahora vamos a hacer un símbolo sacramental, que es poner ceniza en vuestras cabezas. Esto quiere decir que sin Dios no somos nada. Convertíos y creed en el Evangelio. Es muy importante este cambio de vida, que estemos abiertos a esta conversión sincera.
¡No nos avergoncemos de Él y demos la cara por Él! Queridos adolescentes: no os avergoncéis de Cristo, que es lo más grande que tenemos. Vamos a prepararnos durante esta Cuaresma. Vamos a vivirla intensamente con la oración, el ayuno y la caridad.»